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Revolución Solar: Cómo Puerto Rico Desafía el Sistema Energético Colonial


Cuando el Huracán María Encendió un Movimiento de Independencia Energética que Amenaza las Estructuras de Poder



Por Dr. Wil Rodríguez para TOCSIN MAGAZINE


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A las 3:47 AM del 20 de septiembre de 2017, los vientos del huracán María atravesaron Puerto Rico como un dios vengativo, destruyendo no solo techos y árboles, sino la ilusión fundamental de que el sistema energético colonial de la isla podía proteger a su pueblo. En la oscuridad que siguió—una oscuridad que duraría meses para algunas comunidades—un tipo diferente de poder comenzó a emerger.


Hoy, más de 175,000 hogares puertorriqueños brillan con paneles solares que no estaban ahí antes de María. Más del 10% de los hogares han logrado lo que el gobierno de Estados Unidos no pudo proporcionarles: electricidad confiable. Pero esta revolución energética de base se ha convertido en algo que nadie anticipó: un desafío directo a la estructura económica colonial que ha mantenido a Puerto Rico económicamente dependiente por más de un siglo.


El boom solar en Puerto Rico no se trata solo de energía limpia o adaptación climática. Se trata de poder en su sentido más fundamental: quién lo controla, quién se beneficia de él, y quién decide qué pasa cuando el pueblo de un territorio se niega a seguir siendo impotente.


Esta es la historia de cómo un desastre natural desató un movimiento de independencia energética que amenaza todo, desde los tenedores de bonos de Wall Street hasta las juntas de supervisión federal—y por qué la lucha por los paneles solares en Puerto Rico podría determinar el futuro de la justicia energética en toda América.



El Legado Energético Colonial



Para entender la revolución solar de Puerto Rico, primero debes entender contra qué está revolucionando. Por más de un siglo, la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (AEE/PREPA) operó como más que una simple empresa de servicios públicos: era un mecanismo de control económico que extraía riqueza de la isla mientras proporcionaba servicio deficiente a sus clientes cautivos.


El modelo de negocio de PREPA era simple: importar combustibles fósiles caros, quemarlos en plantas envejecidas, distribuir electricidad a través de infraestructura deteriorada, y financiar toda la operación a través de deudas que eventualmente esclavizaron al territorio a los acreedores de Wall Street. Para 2017, PREPA debía $8.3 mil millones a tenedores de bonos mientras proporcionaba una de las electricidades más caras y poco confiables de Estados Unidos.


“PREPA nunca fue diseñada para servir eficientemente a las comunidades puertorriqueñas,” explica la Dra. Ruth Santiago, abogada ambiental y defensora de la justicia energética. “Fue diseñada para crear flujos de ingresos que pudieran servir la deuda a inversionistas continentales. Cada apagón, cada factura alta, cada falla del sistema era una consecuencia predecible de priorizar los pagos a acreedores sobre la inversión en infraestructura.”


Cuando María destruyó este sistema ya fallido, expuso la realidad fundamental: Puerto Rico había estado pagando precios de primer mundo por electricidad del tercer mundo, subsidiando las ganancias de corporaciones continentales mientras sus propias comunidades se quedaban a oscuras.



La Rebelión de los Techos



En los meses que siguieron a María, mientras PREPA y su eventual reemplazo LUMA luchaban por restaurar un sistema fundamentalmente quebrado, algo extraordinario comenzó a suceder en los techos de Puerto Rico. Las familias que habían perdido la fe en las promesas gubernamentales de electricidad confiable comenzaron a tomar el control de su propio destino energético.


“Después de María, la gente entendió que no podían depender del gobierno para algo tan básico como la luz,” dice Carmen Yulín Cruz, ex alcaldesa de San Juan. “Los paneles solares dejaron de ser un lujo ecológico y se convirtieron en una necesidad de supervivencia.”


Los números cuentan la historia: antes de María, Puerto Rico tenía aproximadamente 20,000 instalaciones solares residenciales. Para 2024, esa cifra había explotado a más de 175,000 sistemas, la mayoría equipados con baterías que permiten almacenar energía para uso nocturno y durante emergencias. Esto representa una inversión privada de más de $2 mil millones—dinero que las familias puertorriqueñas invirtieron en su propia seguridad energética mientras el gobierno federal debatía cuántos miles de millones enviar a contratistas continentales.


Pero esta revolución energética descentralizada ha creado un problema político para las fuerzas que prefieren mantener a Puerto Rico energéticamente dependiente: está funcionando demasiado bien.



La Guerra del “Net Metering”: Cuando la Independencia Amenaza



El programa de medición neta de Puerto Rico—que permite a los propietarios de sistemas solares vender electricidad excedente de vuelta a la red—se ha convertido en el campo de batalla central de una guerra más amplia sobre el futuro energético de la isla.


En enero de 2024, la Legislatura de Puerto Rico aprobó la Ley 10-2024, extendiendo el programa de medición neta hasta 2030-2031. La ley parecía una victoria para los defensores de la energía solar, garantizando incentivos estables para promover una adopción aún mayor del sistema.


Pero entonces la Junta de Supervisión Fiscal (FOMB), el cuerpo no electo instalado por el Congreso para supervisar las finanzas de Puerto Rico, presentó una demanda para anular la ley. Oficialmente, la FOMB argumentó tecnicismos sobre análisis reglamentario. Extraoficialmente, la junta estaba protegiendo un modelo de negocio que depende de mantener a los puertorriqueños pagando facturas altas a empresas de servicios públicos privatizadas.


“La FOMB no está preocupada por la estabilidad de la red o los tecnicismos regulatorios,” explica el Dr. Agustín Irizarry, investigador de política energética. “Están preocupados de que demasiada independencia energética haga imposible extraer los pagos de deuda que justifican su existencia.”


La demanda revela la tensión fundamental en el corazón del estatus colonial de Puerto Rico: un territorio puede tener cierta autonomía política, pero la verdadera soberanía—el control sobre los recursos básicos como la energía—sigue siendo propiedad de fuerzas externas.



Reflexión



El Dilema de la Soberanía Energética


La revolución solar de Puerto Rico plantea preguntas que van más allá de la tecnología o la política energética. ¿Puede un territorio colonizado lograr verdadera autodeterminación sin controlar sus recursos energéticos? ¿Qué sucede cuando la supervivencia de las comunidades entra en conflicto directo con los intereses de los acreedores externos?


Considera tu propia relación con la energía: ¿quién controla la electricidad que usas? ¿Cómo afectaría tu vida si ese control fuera ejercido por entidades que no tienen responsabilidad hacia tu comunidad? ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por la independencia energética?


Puerto Rico está navegando estas preguntas en tiempo real, y sus respuestas podrían determinar no solo el futuro de la isla, sino el modelo para la justicia energética en comunidades marginalizadas en todo Estados Unidos.



LUMA Energy: Privatización con Ganancias Garantizadas



El año 2021 trajo otro capítulo en la saga energética de Puerto Rico cuando LUMA Energy, un consorcio canadiense-estadounidense, asumió la operación de la red de transmisión y distribución de la isla. LUMA prometió modernización, confiabilidad y profesionalismo—un contraste refrescante con los años de mal manejo de PREPA.


Tres años después, las promesas siguen siendo en gran parte eso: promesas. Los apagones continúan siendo rutinarios, las facturas han aumentado dramáticamente, y la empresa opera bajo un modelo que garantiza ganancias independientemente del rendimiento. Mientras tanto, LUMA ha comenzado a imponer restricciones en la generación solar distribuida, citando preocupaciones sobre la estabilidad de la red que muchos ven como pretextos para proteger su modelo de negocio.


“LUMA enfrenta el mismo problema fundamental que PREPA,” explica la ingeniera eléctrica Dra. Marla Pérez. “Su modelo de ganancias depende de vender electricidad a los consumidores. Cada vatio que un hogar puertorriqueño genera desde su techo es un vatio menos que pueden vender. No importa cuán ‘modernos’ sean, sus incentivos están mal alineados con los intereses de las comunidades puertorriqueñas.”


Las tensiones técnicas que LUMA cita son reales—integrar grandes cantidades de energía solar distribuida requiere inversiones significativas en infraestructura de red inteligente. Pero la empresa ha mostrado más interés en limitar la generación solar que en actualizaciones de red que la harían posible.



El Refugio Solar: Cuando los Apagones no Apagan las Luces



Para las familias puertorriqueñas que han invertido en sistemas solares con baterías, los frecuentes apagones de la red se han vuelto irrelevantes. Cuando LUMA corta la electricidad—ya sea por mantenimiento programado, fallas técnicas, o las tormentas que regularmente azotan la isla—estos hogares continúan con sus rutinas normales.


“Mi vecino se queda sin luz, pero yo sigo viendo televisión, usando el aire acondicionado, cargando mis teléfonos,” dice María Rodríguez, residente de Caguas que instaló paneles solares después de María. “Es como vivir en dos países diferentes separados por una calle.”


Esta disparidad ha creado una nueva forma de desigualdad: la brecha entre los energéticamente empoderados y los energéticamente dependientes. Las familias con recursos para invertir en sistemas solares han logrado independencia energética, mientras que las familias de ingresos más bajos siguen atrapadas en un sistema eléctrico disfuncional.


Reconociendo esta inequidad, varios programas federales han intentado democratizar el acceso a la energía solar. El Solar Access Program de Puerto Rico ha instalado sistemas gratuitos en miles de hogares de bajos ingresos, mientras que la iniciativa federal “Solar for All” promete expandir este acceso aún más.


Sin embargo, en 2025, el Departamento de Energía de EE.UU. redirigió $365 millones originalmente destinados a estas inversiones solares hacia mejoras de red y plantas fósiles, provocando protestas de defensores de energía limpia que vieron la medida como un retroceso hacia la dependencia energética.



Los Nuevos Pioneros: Microgrids Comunitarios



Mientras el gobierno y las corporaciones debaten política energética, las comunidades puertorriqueñas han comenzado a crear sus propias soluciones. El proyecto microgrid de Adjuntas se ha convertido en un modelo de resiliencia comunitaria, combinando energía solar, almacenamiento de baterías, y gestión local para crear un sistema eléctrico que sirve directamente a las necesidades de los residentes.


“No esperamos que nadie venga a salvarnos,” dice Alejandro Figueroa, líder comunitario en Adjuntas. “Nosotros mismos estamos construyendo el sistema energético que nuestros hijos merecen.”


Estos microgrids representan algo más que innovación técnica—encarnan una filosofía diferente sobre quién debería controlar la energía y cómo debería distribuirse. En lugar de sistemas centralizados diseñados para generar ganancias para inversionistas externos, estos proyectos priorizan la confiabilidad comunitaria y la autonomía local.


La proliferación de microgrids comunitarios está creando una red virtual de sistemas energéticos independientes que podrían eventualmente operar completamente separados de la red principal. Esta posibilidad mantiene despiertos por la noche a los ejecutivos de LUMA y los miembros de la FOMB, quienes ven su base de ingresos evaporándose un techo solar a la vez.



La Economía de la Instalación: Promesas Doradas, Realidades Complejas



El boom solar ha creado una nueva industria en Puerto Rico, con cientos de empresas instaladoras compitiendo por clientes en un mercado que crece explosivamente. Los precios han bajado dramáticamente—de más de $6 por vatio antes de María a aproximadamente $3 por vatio después de incentivos federales y locales.


Pero la rápida expansión también ha creado problemas. Cientos de quejas han sido presentadas ante el Departamento de Asuntos del Consumidor (DACO) por prácticas dudosas de algunos instaladores: promesas exageradas sobre ahorros, contratos opacos, demoras en instalación, y falta de servicio posventa.


“Algunos de estos instaladores actúan como vendedores de autos usados,” dice el defensor del consumidor Luis Rosado. “Prometen que tu factura eléctrica será cero, que el sistema se paga solo en dos años, que nunca necesitarás mantenimiento. La realidad es más complicada.”


Los mejores sistemas solares en Puerto Rico proporcionan ahorros sustanciales y independencia energética, pero requieren mantenimiento regular, reemplazo eventual de baterías, y comprensión realista de sus capacidades y limitaciones. El desafío es educar a los consumidores para que puedan distinguir entre instaladores legítimos y estafadores oportunistas.



El Congreso, la Política, y el Futuro Incierto



La batalla por la energía solar de Puerto Rico se está librando simultáneamente en los tribunales locales, las oficinas regulatorias federales, y los pasillos del Congreso. Organizaciones como el Consejo de Defensa de Recursos Naturales (NRDC) y GRID Alternatives han presionado a representantes federales para que protejan el programa de medición neta como una herramienta clave de justicia energética.


Mientras tanto, la gobernadora Pierluisi ha comenzado a explorar alternativas al contrato de LUMA, incluyendo la posibilidad de crear una nueva autoridad energética pública que podría estar mejor alineada con los objetivos de energía renovable de la isla.


“El futuro energético de Puerto Rico no debería ser decidido por tenedores de bonos o juntas de supervisión no electas,” dice el representante federal Nydia Velázquez. “Debería ser decidido por el pueblo puertorriqueño, y ellos han votado con sus techos por la energía solar.”



Lecciones para el Continente



La experiencia de Puerto Rico con la energía solar distribuida está siendo observada de cerca por comunidades de justicia ambiental en todo Estados Unidos. Las lecciones aprendidas—tanto los éxitos como los fracasos—podrían informar políticas energéticas en estados desde California hasta Texas.


La revolución solar de Puerto Rico demuestra que las comunidades pueden lograr independencia energética notable en períodos de tiempo relativamente cortos cuando tienen los incentivos correctos y la necesidad apremiante. También muestra cómo los intereses energéticos establecidos pelearán ferozmente para mantener modelos de negocio que dependen de la dependencia del consumidor.


“Puerto Rico se ha convertido en un laboratorio para el futuro de la energía en América,” observa el analista energético Dr. Roberto Martínez. “Si la energía solar distribuida puede funcionar aquí—con nuestra red débil, nuestros huracanes, y nuestra situación económica complicada—puede funcionar en cualquier lugar.”



La Encrucijada Energética



Puerto Rico se encuentra en una encrucijada energética que definirá no solo su propio futuro, sino posiblemente el camino hacia la justicia energética para comunidades marginalizadas en todo Estados Unidos. La isla puede continuar por el sendero hacia la independencia energética total, o puede ser forzada a retroceder hacia la dependencia energética por fuerzas que priorizan el servicio de deuda sobre la supervivencia comunitaria.


La Ley 17-2019 estableció objetivos ambiciosos: 40% de energía renovable para 2025 y 100% para 2050. Con más del 10% de hogares ya generando su propia electricidad solar, estos objetivos parecen alcanzables. Pero lograrlos requerirá resistir la presión política y económica de entidades que se benefician del status quo energético.


La ironía es que Puerto Rico, un territorio sin voto en el Congreso y sujeto a supervisión fiscal federal, podría convertirse en el primer lugar en Estados Unidos en lograr independencia energética total basada en renovables. Este logro sería tanto un triunfo técnico como una declaración política sobre el poder de las comunidades para crear sus propios destinos cuando las instituciones oficiales fallan.



Más Que Fotones: Una Apuesta por la Dignidad



Al final, la revolución solar de Puerto Rico trasciende la tecnología, la política, e incluso la economía. Representa algo más fundamental: una apuesta colectiva por la dignidad y la autodeterminación por parte de un pueblo que ha estado sujeto a control externo durante más de un siglo.


Cada panel instalado es un acto de resistencia contra la dependencia forzada. Cada batería cargada es una declaración de que las familias puertorriqueñas merecen electricidad confiable independientemente de si es rentable para los inversionistas de Wall Street. Cada microgrid comunitario es una demostración de que la cooperación local puede lograr lo que la supervisión federal ha fallado en entregar.


“Los paneles solares se han convertido en símbolos de esperanza,” dice la activista energética Ingrid Vila. “Representan la posibilidad de que podemos controlar nuestro propio destino, que no tenemos que aceptar la mediocridad para siempre.”


La pregunta que enfrenta Puerto Rico—y que observa el resto de América—es si esta esperanza puede sostenerse contra las fuerzas económicas y políticas que se benefician de mantener a las comunidades energéticamente dependientes.


En los techos de Puerto Rico, brillando bajo el sol caribeño, están las respuestas a algunas de las preguntas más importantes de nuestro tiempo sobre poder, justicia, y el derecho de las comunidades a controlar los recursos que necesitan para prosperar.


El sol sigue saliendo sobre Puerto Rico cada día. La pregunta es si las fuerzas que prefieren mantener a la isla en la oscuridad permitirán que esa luz sea capturada, almacenada, y compartida por el pueblo que más la necesita.




Invitación Final



TOCSIN Magazine invita a sus lectores a reflexionar sobre lo que la revolución solar de Puerto Rico nos enseña acerca de resiliencia, dignidad y justicia energética. Lo que está ocurriendo en la isla no es un fenómeno aislado: es un espejo de luchas que se repiten en comunidades marginadas de toda América.


¿Cómo transformar crisis en oportunidad? ¿Cómo convertir la dependencia en autonomía? Puerto Rico nos muestra que incluso bajo estructuras coloniales y tras desastres devastadores, las comunidades pueden reclamar el poder—literal y simbólicamente—para construir un futuro más justo.


Descubre más análisis, historias y perspectivas en tocsinmag.com y únete a la conversación sobre el futuro de la energía, la soberanía y el poder comunitario.

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